Capi, El Capibara vivía cerca del río y todos los días ayudaba a su mamá a recoger mangos. Un día vio que su amigo Simón la ardilla tenía un trompo nuevo.
—¡Qué bonito trompo! —dijo Capi, El Capibara.
—Lo compré con monedas que me dio mi abuela —contestó Simón.
—¿Y qué son esas monedas? —preguntó Capi, El Capibara.
—Es dinero. Con eso puedes comprar cosas que necesitas o que te gustan.
Desde ese día, Capi, El Capibara entendió que el dinero no es solo billetes y monedas. Es como una herramienta que te ayuda a conseguir cosas, pero que también hay que aprender a usar con cuidado.
Capi, El Capibara quería comprarse un sombrero llanero como el que usaba su papá, pero no tenía suficiente dinero.
Entonces decidió que, de cada vez que vendiera limonada en el camino, guardaría unas monedas en una lata que tenía escondida.
—Esto se llama ahorrar <br>
—le dijo su mamá<br>
—. Es como guardar un tesoro poco a poco.<br>
Después de varias semanas, Capi, El Capibara abrió su lata… ¡y ya tenía suficiente para su sombrero! Aprendió que ahorrar es como plantar una semillita para cosechar algo más grande después.
Después de gastar todo en dulces, Capi, El Capibara decidió ser más organizado. Agarró una hoja, un lápiz y escribió:
$5 para comprar ingredientes para más arepas.
$3 para ahorrar en su lata.
$2 para comprar un dulce.
—¡Eso es un presupuesto! <br>
—le dijo su tía—. Es como hacerle un plan a tu dinero antes de que se te escape.<br>
Desde ese día, Capi, El Capibara hacía un presupuesto cada vez que ganaba dinero, y se volvió un capibara muy ordenado.
Un día, Capi, El Capibara ganó $10 vendiendo arepas de yuca con su abuelita. Estaba tan emocionado que fue corriendo a la tienda y se compró 3 bolsas de dulces, una gaseosa y un globo.
Cuando llegó a casa, ya no le quedaba nada.<br>
—Gastaste todo en un solo día <br>
—le dijo su hermana.<br>
Capi, El Capibara se dio cuenta de que gastar es usar el dinero en cosas que quieres o necesitas, pero que si no piensas bien, ¡se te puede ir volando como el globo!
Un fin de semana, Capi, El Capibara ayudó a su abuela a recoger plátanos y le pagó $5. Después vendió limonada y ganó $8 más.
—¡Hoy tuve muchos ingresos! <br>
—dijo emocionado.<br>
La abuela le explicó que los ingresos son todo el dinero que entra. Puede venir de trabajos, de regalos, de ventas… ¡de muchas partes!<br>
Capi, El Capibara lo anotó en su cuaderno:
Ingreso del día = $13.
¡Así podía hacer mejor su presupuesto!
Un día, Capi, El Capibara quería comprar unos ingredientes para cocinar, pero no tenía suficiente dinero.
—Simón, ¿me prestas $4? Te los devuelvo el sábado
—le pidió.
Simón aceptó, y Capi, El Capibara anotó en su cuaderno:
“Le debo $4 a Simón”
Eso se llama una deuda. Es cuando alguien te presta dinero y tú prometes devolverlo.
Pero si no lo devuelves a tiempo, puede causar problemas. Por suerte, Capi, El Capibara cumplió su palabra y pagó justo el día acordado.
Un día, la iguana doña Clara le dijo a Capi, El Capibara:
—Te presto $10, pero cuando me los devuelvas, me das $1 más. Eso se llama interés.
Capi, El Capibara pensó y aceptó. Compró harina y queso, hizo pasteles y vendió muchos. Ganó $25 y devolvió $11.
El interés es el dinero extra que se paga cuando alguien te presta. También funciona al revés: si tú guardas dinero en un banco, ¡te pueden dar intereses por tenerlo guardado!
Capi, El Capibara soñaba con tener un carrito de ventas. Tenía $30, y en vez de gastarlos en cosas pequeñas, compró una mesita, vasos y más ingredientes.
—Voy a hacer una inversión —dijo—. Uso mi dinero ahora para que me dé más después.
Vendió tanto que en una semana ya había recuperado sus $30… ¡y había ganado $20 más!
Invertir es como sembrar: pones tu dinero en algo útil y, si lo haces bien, ¡te da frutos!
Un día, Capi, El Capibara ya tenía mucho dinero guardado en su lata, pero empezó a preocuparse porque no era seguro.
La señora tortuga le dijo:
—¿Por qué no lo llevas al banco? Es un lugar donde guardan tu dinero, y te lo cuidan muy bien. Además, ¡te pagan un poquito por tenerlo ahí!
Capi, El Capibara fue con su papá, abrió una cuenta, y sintió que su plata estaba más segura que nunca.
En el pueblo había una tienda que aceptaba “tarjetas mágicas”. Capi, El Capibara preguntó y le explicaron que era una tarjeta de crédito: el banco te presta dinero con ella, pero tienes que pagar después.
—Es como pedir prestado sin usar efectivo <br>
—dijo su papá—. Pero si no pagas a tiempo, te cobran más.
Capi, El Capibara entendió que era algo útil, pero que debía usarse con mucha responsabilidad, como una cuerda: te puede ayudar o te puede enredar.
© Elaborado por UT PC Casanare. Todo los derechos reservados para Casanare es competitivo 2025-2050
You cannot copy content of this page